LA SORPRESA DE LA EXPERIENCIA

Antonio Peñafiel Olivar

El viejo Ernesto tenía una forma de apasionarse muy intensa. Jugaba rompiendo los límites que establece el ser humano en las relaciones. Jugaba con un universo infinito tan imprevisible que asustaba, pero a la vez era tan apasionante. El decía siempre: “Nos movemos ante dos realidades contrapuestas; la curiosidad por lo nuevo, y el miedo a lo desconocido”. En ese espacio infinito en el que se mueve la transgresión construía su mundo. Traspasaba ese límite de lo absoluto, con el riesgo de caer en un abismo de dudas, que le llevaba a la nada, y de nuevo vuelta a empezar.

Ernesto; a sus 90 años bien llevados, aún era extremadamente coqueto. Siempre se cuidó mucho. Hacía ejercicio cada mañana; ahora ya no podía caminar fuera de su cálida casona: Una edificación heredada de su padre, frente al palacio real, y cerca del jardín de la isla donde se había dejado su infancia y su adolescencia.

Ernesto ahora se deleitaba con su nieto Paul, un joven curioso, que a sus 16 años quería seguir los pasos de su abuelo. Le gustaría ayudar a los demás, sobre todo a los más vulnerables. Le encantaba escuchar las “batallitas” del viejo.

Ernesto le pidió un consejo, algo que pudiera llevar como amuleto, algo de lo que pudiera presumir como legado educativo de su abuelo. El abuelo Ernesto, respondió sin dudarlo:

 - Creo que esto te servirá como principio educativo que siempre debes recordar: “El ser humano es una especie en continua reconstrucción: No responder a la curiosidad y a los cambios que provoca en tu mente el entorno, es como estar muerto”. Efectivamente no ser sensibles a lo que pasa a tú alrededor, perder la curiosidad por el mundo, te hace esclavo de tú indiferencia.
Te contaré una experiencia que tuve en la universidad de filadelfia, y que desarrolla de forma práctica el precepto que te acabo de citar.

“Alguien dijo: “Estoy en una prisión, atrapado”, “Como un pájaro enjaulado”, “Eso es para los locos y yo no estoy loco”. A un familiar se le oía en el pasillo del geriátrico comentar apesadumbrado: “Ella no ha hecho nada y le han atado”. Una mujer de unos sesenta años “lloraba y decía sentirse culpable de la sujeción de su madre”. Un señor trajeado con aspecto de abogado lanzaba un alegato a la directora: “Lo peor son las formas: Entraron, pusieron la sujeción y no dijeron ni una palabra”, mientras tanto alguien pedía que le quitaran esos grilletes; prefería morir que seguir así ₁.

En el salón de actos del Centro Gerontológico Universitario de Filadelfia; el Profesor Carlson definía las sujeciones Físicas como: “Un método que limita la libertad de movimiento, de no fácil retirada”, y las sujeciones químicas como: “El uso de drogas psicótropas para controlar una conducta molesta, que no tiene su base en un desorden psiquiátrico”.

Un alumno un tanto avispado que estaba cursando estudios de Psicogeriatría desde hace unos meses, reflexionaba en la fila uno del salón, de forma casi verbal con su gesticulación sonora: “¿Limitar la libertad de alguien?, ¿Imposible de retirar?, ¿Drogas para controlar conductas molestas?...

En el tiempo que llevaba en el centro había visto el uso de estos métodos, y nunca había reparado en ellos de esta forma tan intensa; formaban parte del paisaje habitual que desde que había llegado allí tuvo que interiorizar, es cierto que al principio comentaba con sus compañeros de máster, el uso a veces injustificado de estas sujeciones, pero siempre le decían: “No estamos aquí para cambiar nada, estamos para aprender”. Pero tú abuelo había adquirido desde pequeño un espíritu crítico, y preguntaba a las enfermeras: ¿Por qué sujetáis a esa señora?; había respuestas para todos los gustos: “Lo prescribió el médico”, “Lo hemos decidido en el equipo”, “Es por su bien, para evitar que se caiga”, “Quiere su familia”, “Es agresivo y si no pega a la gente”, “No para de moverse”.

El profesor Carlson seguía dando datos de las sujeciones en Centros de Cuidados de Ancianos de otros países: “En Dinamarca su uso es del 2,2 %, frente al 16,5 en USA, y en países como España llega hasta el 39,6 ₂.

Yo en mi interior pensaba: “Esto quiere decir que en Dinamarca 2 ancianos de cada 100 son contenidos, y en España casi 40: “¿Podríamos decir que es mejor envejecer en Dinamarca que en España o en los Estados Unidos?. Digamos que la filosofía central que guía la asistencia gerontológica es:<Autonomía y dignidad en la vejez>: Por un lado se impide la autonomía que es uno de los grandes paradigmas de la calidad de vida, y por otro lado se degrada al ser humano privándole de su libertad de movimiento y de acción”. Me sorprendía aquella terrible contradicción.

Carlson esgrimía aún más argumentos para que tú abuelo cuestionara la legitimidad moral y la eficacia de estos métodos:

1. El argumento que con más frecuencia se usa para justificar las sujeciones son las caídas ₃

2. Evidencias cada vez mayores demuestran que reduciendo el uso de sujeciones no se incrementan las caídas ni lesiones ₃

3. Las complicaciones que producen son: alteraciones metabólicas, hipotensión ortostática, pérdida de masa muscular, tono, y masa ósea, contracturas, edemas, favorece caídas, estreñimiento, incontinencia, aspiración, neumonías, embolismo, UPP, anorexia. Por no hablar de las consecuencias psicológicas como agitar mucho más a pacientes agitados, pacientes que se sienten humillados por verse tratados como niños sin control y sin entendimiento, refieren sentimientos que van de la ira a la desesperación, y efectos duraderos de depresión y aislamiento social₄.

Yo no entendía nada: Tener un dispositivo que se usa para controlar algunos riesgos que no previene como las caídas, de nula efectividad terapéutica, y a la vez que produce efectos tan nocivos como úlceras en la piel, neumonías, embolias, depresión y aislamiento social: Cualquier principio activo farmacológico de este estilo, se hubiera retirado de por vida.

Mr Carlson relataba la mortalidad registrada por el uso de sujeciones. Presentaba un estudio de la Universidad de Minnesota en el que describían 122 muertes de pacientes que fallecían por quedarse colgados de la cama con la sujeción puesta o en silla₅.

Pensé en un frase muy repetida en entornos relacionados con el cuidado: “Curar, a veces mejorar, cuidar siempre”: Estos métodos no curan, no mejoran sino empeoran y no cuidan, sino que más bien descuidan. Puede que me este pasando pensé en aquel momento; pero me gustaría saber si la privación de libertad de un ciudadano por muy demente que sea o por muy agitado que esté, debe ser una práctica tolerada por los clínicos.

Mientras tanto, de forma coordinada con mi pensamiento, Carlson disertaba sobre las indicaciones de las sujeciones. Me mostré sorprendidido con las evidencias que estaba relatando mi admirado profesor:

1. Las sujeciones sólo se deberían usar en caso de emergencia, cuando corre peligro la vida del paciente o de otros, y siempre que no exista otra alternativa₄.

2. No se recomiendan en la prevención de caídas y en la agitación₄.

3. Las sujeciones no deben ser un sustituto de la vigilancia₄.

4. Deberían ser usadas después de una decisión consensuada entre enfermeras y médicos₄.

5. Sólo deben usarse contando con el paciente si se puede, familia o personas cercanas₄.

6. Sólo deben usarse por un tiempo limitado, debiendo vigilar la sujeción cada 30 o 60 minutos. Examinar al paciente cada 3 o 4 horas por si tiene alguna complicación como una Úlcera por Presión₄.

7. Las instituciones deberían tener por escrito su política frente a sujeciones incluyendo guías clínicas, tipos, órdenes, y exigencias de control₄.

Chequeaba mentalmente los casos clínicos que había observado y sobre los que había trabajado: veinte casos con sujeciones. No encontraba ninguno de ellos, en los que estuviera justificado su uso. La mayoría estaban prescritas para evitar caídas, en un caso se usaban por agitación, y en otro para controlar una conducta indeseable (vagabundeo). Pensaba: eran 20 personas encadenadas, privadas de libertad, sin ninguna indicación para ello; sufriendo un importante riesgo de complicaciones físicas y efectos indeseables Psicológicos que contradicen el paradigma de los cuidados de larga duración: “Mejorar la calidad de vida de los usuarios”.

Te confieso que tuve una pequeña crisis profesional: Mi director de Máster , había puesto de manifiesto una contradicción entre las prácticas que se llevaban a cabo en el centro, las evidencias al respecto, y la propia dimensión ética de las contenciones. Realmente la conclusión a la que había llegado era que en muy contadas ocasiones están indicadas las sujeciones, que sólo deben utilizarse como una medida de emergencia ante la ausencia de alternativas, frente a un paciente en el que corra peligro su vida o atente contra la seguridad de los demás.

El esfuerzo por eliminar o disminuir sujeciones en Centros de cuidados de larga duración en los Estados Unidos, está asociado a regulaciones Gubernamentales, formación de las Plantillas, y educación con consultoría con una enfermera clínica especialista en Gerontología₆. Espetaba el profesor para finalizar la charla.

Un cálido aplauso inundó la sala tras el agradecimiento de Carlson a la atención prestada por la audiencia. Me acerqué sigilosamente, ante la mirada interrogante de mi mítico profesor. Me quedé mudo, no podía articular palabra, mientras el doctor me preguntaba. ¿Qué te ocurre Ernesto?; tienes mala cara:

- Profesor me ha preocupado su charla: He sentido la angustia, el dolor, la impotencia, la tristeza, la ira y el miedo, que sienten esos pacientes que tienen indicadas sujeciones. Me pregunto si nuestra labor no debe ir más orientada a provocar: alegría, esperanza, paz, felicidad, y ternura, sentimientos y emociones que eclosionan frente a unos cuidados de calidad: Creo que las prácticas de este centro, no son las más adecuadas.

- Querido Ernesto; las actitudes no son fáciles de cambiar; hoy al menos me voy satisfecho de que se ha generado una corriente interna crítica en ti, que te ha hecho cuestionar las intervenciones que has observado en tú entorno más cercano. Tú serás en un futuro un instrumento de sensibilización de compañeros y miembros de tú equipo para demostrar que una sujeción debe ser una práctica excepcional, en casos muy concretos, y por un tiempo mínimo determinado. No olvides, querido Ernesto, que un viaje de mil kilómetros empieza por un primer paso; y hoy tú has comenzado ese viaje”.

- La cuestión clave mi niño, es que la educación es un proceso transversal que se inyecta en todos las aristas de tu vida. Vivimos en una sociedad en la que se ensalza lo nuevo, lo rápido, lo joven. Hubo un tiempo en el que los mayores éramos los sabios de la tribu, en quienes se depositaba lo justo, lo bueno, lo bello, y la verdad. Hoy en día quienes dominan la tecnología, quienes producen y más consumen, son los que ocupáis un lugar de excepción. Los lentos, los que no producen, los sujetos pasivos, si molestan, se les deja en un centro, e incluso se les priva de su libertad- Espetó el abuelo.

- Abuelo, me ha asombrado tu relato. Yo he visto como trataban a personas mayores como si fueran niños, he visto como se les ignoraba y no se consideraba su opinión. Y lo malo son las miradas, los gestos, las actitudes, de quienes les cuidan, es como si perdieran el estatus de ser humano por el hecho de ser viejos.

- Me reconforta que te asombres Paul. Lo más básico en la educación es el sentido del asombro. La educación debe estar basada en el asombro, el asombro te incita a ver un mundo más amplio, te abre a una realidad más completa; y es la estética de la deshumanización la que conmueve, la que moviliza tú corazón…

- Nunca reparé en el centro en el que estoy de voluntario en los mayores que tienen sujeciones. Es algo que forma parte del paisaje habitual, nunca llamó mi atención.

- Querido nieto: Para aprender sobre el mundo, hay que dejarse permear por la realidad; dejar que la experiencia te inunde, y debes buscar un buen guía, con más conocimiento y mas vivencias que las tuyas, que te ayude a dar respuestas a tus dudas. No te olvides que los años vividos, inyectan sabiduría y experiencia.

- Pero abuelo: ¿Qué puedo hacer yo?...

- Debes tener espíritu crítico, ser respetuoso, humilde, y hacer preguntas sobre lo que te asombra. Educar es transmitir las razones unitarias con las que vives, esas razones están cargadas de sentimientos, de emociones, que serán el combustible de tu aprendizaje.

- Paul: Yo he vivido cada instante, con intensidad, alerta, atento, chequeando mi corazón y mi conciencia, en busca de aprobación o censura de mi espíritu crítico. Con curiosidad, con respeto, y cada vez con más sosiego…y a mis noventa años me considero joven, porque aún tengo la curiosidad y la mirada crítica de aquel estudiante que interrogaba al profesor Carlson, en busca de respuestas. Sabes; hoy se, que el sentido de la vida se pierde cuando abandonas la curiosidad por el mundo, y uno se vuelve viejo cuando deja de aprender.

₁ BestPractise Volmen 6, nº3 2002, ilustrado con comentarios propios
₂ Age and aging 1997 26- 52, 43- 47. Comparisons of restraint use in nursing homes in eight countries.
₃ Nursing Journal of Advanced Nursing 45 (3), 246-251. Hamers J.PH. et al. Use of Physical Restrain in cognitively impaired nursing homes residents.
₄ Review of the evidence. Cristopher Frank, MD, CCPP et al. Safety and Efficacy of physical restraints for the elderly.
₅ The gerontologist, vol 32,nº6 762-766.Stevens,H. Miles. Deaths caused by physical restraints
₆ Physical restraint use on people with dementia: a review of the literature. Wei-wei wang RN.